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Los Cefalópodos

Los cefalópodos son un grupo de moluscos caracterizado por tener una cabeza y una serie de tentáculos. Son todos depredadores y excelentes cazadores de presas, ayudados por su gran inteligencia.
 
Se considera a los cefalópodos los invertebrados de mayor inteligencia, tendiendo estos un sistema nervioso muy desarrollado (el cual sólo 2/3 se encuentra en el cerebro, el resto está en los brazos). Su capacidad para resolver problemas, sortear obstáculos y memorizar patrones ha sido comprobado en varias oportunidades por científicos de todo el mundo. Son capaces de aprender observando y poseen una extraordinaria memoria .Una gran cualidad es que todos sus conocimientos (de supervivencia) los adquirieron por sí mismos, ya que sus progenitores mueren después de que los huevos eclosionan; a diferencia de los vertebrados donde el conocimiento se trasmite de generación en generación.
 

 

Curiosidades salvajes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Descubrimientos accidentales

 

La Historia está plagado de descubrimientos accidentales, fundamentalmente porque el hombre experimenta sin saber muy bien qué busca.

En el afán de los descubrimientos ha cometido miles de desatinos y ciertamente algunos aciertos.

 

Caso de ello son los siguientes decubrimientos "accidentales":

 

1. Viagra

Los hombres que reciben tratamiento contra la disfunción eréctil deberían saludar a los trabajadores de Merthyr Tydfil, la villa galesa donde en 1992, durante unas pruebas efectuadas con una nueva droga contra la angina de pecho, surgieron los efectos secundarios que desafiaban la gravedad. Previamente esta villa, habitada por clase trabajadora, era conocida por producir un tipo distinto de hierro.

 

2. LSD

El químico suizo Albert Hofmann se tomó el primer ácido del mundo en 1943, cuando tocó una mica de dietilamida del ácido lisérgico, un compuesto químico en el que estaba investigando para estimular el parto. Más tarde, al tomar una dosis mayor hizo un nuevo descubrimiento: el mal viaje.

 

3. Rayos-X

Varios científicos del siglo XIX habían jugado con los penetrantes rayos que se emiten cuando los electrones golpean un objetivo metálico. Pero los rayos-x no fueron descubiertos hasta 1895, cuando el intelectual alemán Wilhelm Röntgen probó a colocar varios objetos en frente de la radiación y vio los huesos de su mano proyectados sobre la pared.

 

4. Penicilina

El científico escocés Alexander Fleming investigaba la gripe en 1928 cuando se dio cuenta de que un moho azul-verdoso había infectado una de sus placas Petri, y había matado a la bacteria staphylococcus que cultivaba en él. Todos recibieron con clamor su descuido en el laboratorio.

 

5. Endulzante artificial

Hablando de chapuzas en el laboratorio, tres falsos-azúcares han llegado a los labios humanos solo porque los científicos olvidaron lavarse las manos. El ciclamato (1937) y el aspartamo (1965) son subproductos de la investigación médica, y la sacarina (1879) apareció durante un proyecto con derivados de la brea de carbón.

Fue un joven científico en el laboratorio del químico estadounidense Ira Remsen, apellidado Fahlberg, quien por casualidad hizo el descubrimiento. Se encontraba en el comedor del laboratorio, cuando notó que la sopa, tenía un sabor dulce. Le extrañó tanto que aviso a la cocinera que no notó nada y se irritó con él. Tras probar, el pan y demás alimentos, se dio cuenta que todo estaba dulce. En ese momento pasó la lengua por su mano y descubrió que durante alguno de los experimentos que estaba realizando con la hulla, en busca de nuevos colores de reacción, había creado una sustancia edulcorante. La aisló y la patentó con el nombre que todos conocemos, la sacarina.

 
6. Hornos microondas

Los emisores de microondas (o magnetrones) proveían a los radares aliados en la segunda Guerra mundial. El salto de detectar nazis a calentar nachos llegó en 1946, después de que un magnetrón derritiese una barra de caramelo que llevaba en el bolsillo Percy Spencer, ingeniero de la empresa Raytheon.

 

7. Coñac

Los mercaderes de vino medievales solían extraer el agua del vino (hirviéndola) de modo que su delicada carga se asentara mejor y ocupara menos espacio en el mar; luego en destino volvían a añadirla. Mucho después, alguna alma intrépida – apostamos a que fue un marinero – decidió evitar el proceso de la reconstitución y así nació el brandy. ¡Abran paso a Courvoisier!

 

8. Caucho vulcanizado

El caucho se pudre de mala manera y huele peor, a no ser que se vulcanice. Los antiguos mesoamericanos tenían su propia versión del proceso, pero Charles Goodyear lo redescubrió en 1839 cuando se le cayó inintencionadamente (bueno, al menos es lo que dice la mayoría) un compuesto a base de caucho y azufre sobre una estufa caliente.

 

9. Blandi-blub

A comienzos de la década de los 40, el científico de General Electric James Wright trabajaba en una goma artificial que pudiese ayudar en la guerra cuando mezcló ácido bórico y aceite de silicio. El día de la victoria no llegó antes pero estirar la imagen de las tiras de cómic se convirtió en un pasatiempo nacional.

 

10. Patatas chips

El chef George Crum preparó el complemento perfecto para sandwichs en 1853 cuando – para fastidiar a un cliente que siempre se quejaba de que sus patatas fritas eran demasiado gruesas, las partió del grosor de un papel y las frió hasta que crujían. No hace falta decir que el comensal no pudo comerse solo una.

 

11. Descubrimiento de America

Cristóbal Colón, navegante al servicio de la corona de Castilla, emprendió, el 3 de agosto de 1492, un viaje con el pleno convencimiento de que llegaría a Cipango o Catay (China) navegando hacia occidente. Zarpó del puerto de Palos con tres naves, la Santa María, la Pinta y la Niña, las dos últimas bajo el mando de los hermanos Pinzón. El 12 de octubre llegó a tierra firme y desembarcó en una pequeña isla llamada Guanahaní y a la que él bautizó con San Salvador. Tras costear otras islas del archipiélago alcanzó Cuba el 28 de octubre y Haití el 5 de diciembre, a la que llamó La Española. En marzo de 1493 regresó a España. Después de pasar buena parte de su vida viajando y explorando el continente americano, murió ignorando que había descubierto un nuevo continente. La historia de Cristóbal Colón es la historia de un error que, sostenido con gran fe, acabó por convertirse en realidad.

 

12. La Anestesia

El N2O, óxido nitroso, más conocido por el nombre de gas hilarante, provocaba en el ser humano generalmente la risa y en alguna que otra ocasión peleas. Fue en un espectáculo organizado por el profesor Gardner Colton en 1844, donde casualmente se encontraban el odontólogo Horace Wells (Hartford, 1815-Nueva York, 1848) con su amigo Samuel Cooley. Colton pidió voluntarios para probar este gas y Cooley se ofreció para ello, provocando el gas en él una reacción de tremenda violencia, ocasionando una pelea. Tras la pelea, Wells notó la presencia de un charco de sangre, descubriendo que su amigo tenía una profunda herida en la pierna; y lo que era más sorprendente aún, Cooley ni se había percatado debido a los efectos del gas. Wells se puso rápidamente en marcha y comenzó a investigar la posible aplicación del gas en odontología, pidiendo a un colega que le extrajera una muela picada bajo los efectos del óxido nitroso. Se abrió así el campo de la anestesiología en la odontología.

 

13. El Oxigeno

Joseph Priestley (Fieldhead, 1733-Northumberland, 1804), químico filósofo y teólogo británico, perteneció a la Royal Society, pero pronto dejó Gran Bretaña para marcharse a los EEUU y desarrollar su carrera como químico. Descubrió numerosos gases pero sin duda el más importante fue el del oxígeno. Un día, calentó óxido de mercurio dentro de un vidrio incandescente, produciendo un calor más intenso que cualquier llama, generando un gas incoloro que hizo arder la llama de una vela con más intensidad que en el aire. Intentando averiguar si dicho gas era nocivo, colocó dentro de la campana una rata de laboratorio. Pudo comprobar que la rata vivía media hora respirando ese gas antes de morir, sin embargo con aire normal dentro de esa campana, la rata solo podía vivir quince minutos. Extrañado sobre la naturaleza de ese gas, había aislado por primera vez el oxígeno, sin saberlo.

 

14. Vacuna contra la Viruela

Edward Jenner (Berkeley, Gloucestershire, 1749- Berkeley, Gloucestershire, 1823), médico británico, en 1796 vacunó con la viruela de la vaca -vaccinia- al niño de ocho años, James Phipps. Seis semanas después le inoculó el vacilo de la viruela humana, quedando este niño inmunizado de la enfermedad de la viruela. El descubrimiento que acaba de realizar Jenner no le había supuesto miles de horas de investigación dentro de un laboratorio; sino que cuando contaba con diecinueve años conoció a una ordeñadora que le comentó que ella nunca podría contagiarse de la viruela, ya que había padecido la enfermedad de la viruela de las vacas (cow-pox).

 

15. El Coñac

Los mercaderes de vino medievales solían extraer el agua del vino (hirviéndola) de modo que su delicada carga se asentara mejor y ocupara menos espacio en el mar; luego en destino volvían a añadirla. Mucho después, alguna alma intrépida – apostamos a que fue un marinero – decidió evitar el proceso de la reconstitución y así nació el brandy. ¡Abran paso a Courvoisier!

 

16. La Piedra Rosetta

La Piedra Rosetta, es una Estela epigráfica de basalto negro, descubierta en 1799 en Roseta, capital de la provincia del mismo nombre, situada en el Bajo Egipto, a orillas de un brazo del Delta del Nilo. Fue encontrada por mera casualidad, por los soldados franceses durante la ocupación napoleónica de Egipto. Contiene un texto honorífico de Ptolomeo V Epífanes escrito en griego, demótico y caracteres jeroglíficos. Esta fechada en 193 a. de C., fue descifrada en 1831 por el egiptólogo francés Jean-François Champollion, (Figeac, 1790-París, 1832). De capital importancia para la egiptología, ya que ha servido para encontrar la clave de las inscripciones jeroglíficas de papiros y monumentos egipcios. Sorprendentemente, se encuentra en el Museo Británico de Londres.

 

17. El Telescopio

El gran descubrimiento del telescopio, según algunas fuentes, se adjudica a un aprendiz del maestro fabricante de lentes Hans Lippershey (1570-1619), quien aprovechando la ausencia del maestro, jugando con las lentes consiguió una mezcla con las mismas que permitía ver las cosas mucho más cerca. A la vuelta del maestro, se lo hizo saber y este, embutió dichas lentes en un tubo opaco, inventando así el telescopio.

 

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